ALEJANDRA GABAYET MANZANO

Desde que iba en Primaria me sentía la niñera oficial de mis primos más chicos, sentía que conmigo se divertían, confiaban, jugaban y siendo sincera, la que más gozaba del momento era Yo.

Crecí con este sentimiento maternal, por llamarlo de alguna manera, toda la vida, hasta que llego el momento, aunque un tanto prematuro, de elegir qué carrera estudiar. Para mi sorpresa no existía una Licenciatura especializada en el trabajo con niños. Varias dudas inundaban mi mente ¿A los 17 años de verdad puedo saber a qué me quiero dedicar toda mi vida? ¿Y si me equivoco y cambio de opinión?, el examen de orientación vocacional apuntaba a leyes o a medicina, pero me da miedo ver sangre, pero no me gusta el trabajo de oficina, pero, pero pero...

Fue entonces cuando decidí estudiar Licenciatura en Psicología en la Universidad Iberoamericana, pues ofrecía prácticas de campo desde el primer semestre y así, según yo, me daría cuenta a tiempo si en verdad me quería convertir en Psicóloga. Fue en el trabajo con niños y adolescentes que descubrí, sin lugar a dudas, a lo que me quería dedicar, quería convertirme en Terapeuta Infantil y Juvenil.

Al terminar la carrera de psicología clínica, me pregunté ¿Cómo voy a tener un parámetro del comportamiento del desarrollo infantil, si solo vería a los niños en el consultorio?. Trabajé en lo más gratificante de mi vida, como Maestra Titular de Preescolar y durante la tarde, en Asesoría y Desarrollo, consultorio dedicado a realizar valoraciones psicométricas a niños y adolescentes, así como seguimiento terapéutico según sus necesidades. En paralelo, aunque la verdad fue agotador, estudié la Licenciatura en Educación Preescolar en la UNAM, pues el trabajo con niños en el Kinder siempre me ha apasionado y no quería quedarme atrás en conocimientos.

 

Después de este tiempo, me casé con mi mejor amigo, mi mayor soporte y el que me “hace segunda” a  todas mis locuras. Nos fuimos a vivir 5 años fuera de México de recién casados, primero estuve en Santiago de Chile, donde estudié la Maestría en Terapia Familiar Infanto-Juvenil en la PUC (Pontificia Universidad Católica de Chile). ¿Por qué Terapia Familiar? Porque estoy convencida que para poder ayudar a un niño en consulta, el entorno familiar es quien juega el papel más importante en su desarrollo. Creo firmemente en el trabajo integral familia-colegio-terapeuta para poder apoyar a un niño/adolescente.

Los últimos años, los pasamos en Ciudad de Panamá, en donde llego mi primer hijo a demostrarme que el amor de una Mamá no tiene límites. Aquí encontré mi verdadera vocación, ser Mamá y nunca he dejado a un lado mi verdadera profesión: Terapeuta Familiar Infanto-Juvenil.